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Breuil, Henri (Mortain 1877- Lísle-Adam, 1961). Prehistoriador, arqueólogo y sacerdote francés. Profesor de la Universidad Católica de Friburgo, del Instituto de Paleontología Humana de París y del Collège de France, fue uno de los estudiosos más brillantes del periodo Cuaternario. Sus trabajos de campo en Asia, África y particularmente en Francia y España fueron decisivos para establecer los fundamentos de la prehistoria moderna y la importancia del arte y la cultura rupestre durante el paleolítico. Aunque su relación con España se remonta a 1902 y a su primer gran libro sobre La Caverne d'Altamira, escrito junto con Émile Cartailhac en 1906, sus numerosas investigaciones en el arco franco-cantábrico, Sierra Morena, el Levante español y otras zonas de la geografía peninsular le ocuparon de forma intermitente al menos hasta 1922, siendo particularmente intensas la que llevó a cabo a partir de 1914, cuando la Primera Guerra Mundial le obligó a trasladarse a nuestro país. Las distintas campañas emprendidas durante aquellos años por el sabio francés (en ocasiones en compañía de Hugo Obermaier, o de los españoles Alcalde del Río y Cabré Aguiló), le llevaron de Santander a Cádiz, o del norte de Cáceres a Castellón; y el resultado de sus descubrimientos se fue dando a conocer en la revista L’Anthropologie, antes de reunirse en los cuatro volúmenes que ocupan el tratado sobre Les peintures rupestres eschematiques de la Péninsule Ibérique que publicó a mediados de los años treinta. Alertado por un artículo del erudito placentino Vicente Paredes, que dio alguna noticia en la Revista de Extremadura sobre los vestigios prehistóricos que se conservaban en los canchales de las Batuecas, Breuil visitó por primera vez la región en abril de 1910. Lo hizo en aquella oportunidad acompañado por Juan Cabré, y volvió a hacerlo en mayo de 1915 seguido de Raymond Lantier. Como deferencia hacia el investigador extremeño, el ilustre francés le remitió en enero de 1911 una breve memoria de su expedición a Las Hurdes, cuyos resultados científicos no pudo publicar hasta 1918. Confirmando entonces el valor de los restos encontrados (en particular en el Canchal de las cabras pintadas), y llamando la atención sobre la importancia arqueológica de la zona.
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Marcial Pons
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Eduardo Ripoll Perelló
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