Congreso Nacional Hurdanófilo. Parte 2ª. Programa.

Desde primera hora de la tarde del día 13 de junio y hasta bien entrada la madrugada habían estado llegando a Plasencia los trenes que traían de Cáceres, Salamanca, o Madrid a las personalidades que iban a tomar parte en el Congreso. La expectación era grande y eso hizo que también acudieran a la cita un nutrido grupo de corresponsales: Manuel Revilla Castán (El Adelanto), Federico Iscar-Peyra (El Lábaro), Manuel Sánchez Cuesta (El Noticiero), representaban a los principales rotativos provinciales. Desde la capital llegaron muchos otros, como César Real (La Ilustración Española y Americana), o Antonio de la Villa (El Liberal). Periódicos de todos los rincones del país se hicieron eco de los motivos y propósitos de aquel encuentro. El integrista López Centeno firmó a partir de lo publicado en distintos medios un resumen para la Revista católica de las cuestiones sociales. Y Azorín, que no estuvo, escribió en ABC sobre la necesidad de que se empleasen los recursos del Estado en socorrer a tantos lugares que, como las Hurdes, permanecían “en el más absoluto desamparo”. La jornada del 14, la que daba inicio al cónclave, fue un domingo caluroso. La comitiva que se organizó para ir del palacio episcopal al teatro Romero (donde se celebraron las distintas sesiones), tuvo que hacer el trayecto bajo un sol de justicia. A las puertas del coliseo esperaban los fotógrafos; Irigoyen (de Blanco y Negro), y Gombau, entre otros. En el interior, un aluvión de congresistas ocupaba la platea. A las once y ante la lógica expectación, el vizconde de Eza, que ejercía la presidencia en nombre del gobierno, dio inicio a las intervenciones. Lo hicieron aquel día, el Secretario Polo Benito, el conde de Retamoso, el ingeniero Francisco Guerra, los doctores Ángel Pulido y González Castro. Los vocales de Pinofranqueado y Casar de Palomero, Juan Pérez y Tomás Gómez, supieron describir (mejor que muchos de los personajes venidos de fuera), la difícil situación del territorio. El día 15 los discursos más importantes fueron los que pronunciaron, por la mañana, el obispo Jarrín, “héroe de la caridad”; y de nuevo Polo Benito, que abordó en términos muy críticos el abandono en el que se tenía a la comarca y las medidas necesarias para su desarrollo. Por la tarde cerró la Conferencia el ex-Presidente del Consejo Segismundo Moret, que impresionó al auditorio refiriéndose al problema en periodos “de admirable entonación”, tan “teatrales” como “grandilocuentes”. Cuando concluyó aún era pronto para ratificarlo, pero su aparatoso alegato dejó en más de uno la impresión de que el Congreso podría alcanzar una indudable “resonancia”, pero seguramente no iba a conseguir una eficacia parecida.