Leyenda. La flor misteriosa de Casar de Palomero
Cuenta la leyenda que en la localidad de Casar de Palomero vivió una joven mujer que siempre llevaba el nombre de Cristo en su boca. Su nombre era María Josefa Lorenzo, una dama muy alegre, donde todo el mundo que la recuerda destaca la alegría, dulzura y generosidad que mostró siempre a pesar de la quebradiza salud que padeció durante la mitad de su vida. Pero si la vida de María Lorenzo se desarrolló en un ambiente de espiritualidad muy excepcional, su muerte tampoco escapó a la influencia de lo intangible. A los 16 años de edad, el día 28 de febrero de 1962, la joven muere de tuberculosis en su lecho. Un dato que por sí solo no ofrecería misterio alguno de no haber sido porque, semanas antes, María predijo que la fecha de su muerte sería, precisamente, ésa. Amigos y familiares de la finada coincidieron en afirmar que la joven les había anunciado en diversas ocasiones el momento exacto en que abandonaría este mundo. Lógicamente, hasta el momento del desenlace, nadie consideró el anuncio de la enferma.
Un hecho insólito sucedió en el pueblo, y es que en el nicho de la joven había nacido una flor. Un testigo cuenta que pudo ver el nacimiento de esa flor, flor que en un principio sólo tenía el tallo verde, apareciendo a los pocos días varias hojas y pétalos, un total de 16, es decir, la edad de la difunta joven. La pregunta de los vecinos de Casar de Palomero era “¿de dónde se alimenta la planta teniendo las raíces tan lejos del suelo y haciendo tanto calor?”.
Los medios de comunicación se hicieron eco del suceso y al poco tiempo, debido a su difusión, miles de peregrinos llegaron al pueblo para ver con sus propios ojos lo sucedido. Se infló tanto este hecho que una multitud de personas estaba de acuerdo en abrir el nicho para averiguar de dónde salían las raíces de la flor, si de la boca o del corazón de la difunta. Ante tal avalancha de curiosos, el Ayuntamiento de Casar cerró el cementerio dejando que la flor se marchitara.
Aunque el recuerdo de la fallecida nunca se extinguió, los acontecimientos que vinieron a concurrir en el cementerio de Casar de Palomero, 23 años después, reactivaron la generosa impronta de María Lorenzo Batuecas. Porque en agosto de 1985 tendría lugar un prodigioso hallazgo en la tumba de aquella mujer resignada con su mala fortuna. El misterio quiso mostrarse de la manera más sencilla, haciendo brotar una extraña planta en el panteón de María Lorenzo.