Pérez Argemí, Santiago (¿?). Ingeniero de Montes. Inició su carrera a finales de 1890, cuando en diciembre de aquel año entró al servicio de la administración y fue destinado a Cuba por el Ministerio de Ultramar. De su paso por la isla, además de otros trabajos, debió traer abundantes registros fotográficos relacionados con su especialidad y otros de carácter periodístico que ocasionalmente publicó La Ilustración Española y Americana. En 1897, poco antes de la pérdida de la colonia, regresó a la península para ejercer nuevo destino en el distrito Barcelona-Gerona-Baleares. Fue a partir de entonces cuando se distinguió como un activo defensor y propagandista de la cultura forestal. Junto a su fundador, Rafael Puig y Valls, perteneció a la Asociación de los Amigos de la Fiesta del Árbol, de la que fue primero cronista y luego presidente(1909); y cuyas celebraciones, muy populares, se convirtieron en una manera de sensibilizar a la sociedad de su tiempo sobre la importancia de “fomentar el arbolado” y “la cría y cultivo de los montes” para reducir la pobreza, mejorar la economía rural, o prevenir la desertificación. Antes de abandonar Cataluña publicó una Cartilla Forestal (Barcelona, 1910), destinada a promover esa cultura entre los escolares y el público infantil. En 1912 se trasladó a Cádiz y poco después a la demarcación Sevilla-Huelva-Córdoba. Hacia 1917 trabajaba como Ingeniero Jefe del distrito forestal de Cáceres, en donde permaneció algún tiempo y realizó una ardua labor. Ya en febrero de aquel año la Dirección General de Agricultura le publicó un ensayo en el que trataba de iniciar a los agricultores en el cultivo de la especies más adecuadas para la repoblación. Pero fue el trabajo que dedicó a Las Hurdes (Madrid, 1921), el que más opiniones y consideración le reportó. En el sostenía que la reforestación de los yermos hurdanos y una inversión de diez millones bastarían para acabar con la miseria y transformar la región. Si eso era cierto, y en más de un periódico se comentó, para civilizar las Hurdes extremeñas (“como las de otras provincias: Teruel, Huesca, Soria, o Cuenca”),  habría bastado el presupuesto que cada campaña se gastaba en las guerras del Rif. Por su conocimiento del terrero y las aplicaciones prácticas de la silvicultura fue incluido en el Real Patronato creado por Alfonso XIII en 1922.