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Cuento. Sin título

Esto era una vez un hombri de un pueblo que era muy mentirosillo, echaba muchas mentiras, y cmo siempri echaba mentiras, pues le dio por decí que su hija to lo que tocaba lo convertía en oro, cualquier cosa que tocara, la convertía en oro. Tanto decilo una y otra vez, ya llegó a oídos del rey, y éste manda a unu de sus criaos:

-quieru que me traigan aquí, a mi presencia, al padri y a la hija, que quieru comprobá si es verdá lo que se dici-

 

Y vinu el padri y la hija ante el rey, y va el rey y le dici:

-vamos a vé si es verdá que la su hija covierti la paja en oro, que si tó lo toca lo conviertí en oro, pues podrá convertí la paja del mi pajá también en oro-

 

Y fue y el dijo que convirtiera la paja del pajá en oro, y que si no la convertía, la echaría fuera del pueblo, al destierro. Y fue y la encerraron en el pajá, y claro, era mentira que convirtiera la paja en oro. Y ella se puso a llorá, porque todo era una mentira que había dicho el padri. Ya llevaba siete días con la siete nochis llorandu, y al cabu, se le apareció el duende; era el duende que siempre estaba alborotandu, bailandu, que estaba en tos los laos y en ningunu. Y le dici el duende:

-¿qué te pasa que estás llorando?-

 

Y le dice ella:

-que mi padre es un mentirosu, que echa muchas mentiras, y ha andau diciendu que yo to lo convertía en oru, y ahora, el rey me ha encerrau aquí pa que convierta toa la paja de esti pajá en oru, y si no me destierra del pueblu-

 

Y entonces le dice el duende:

-yo te puedo ayudá, pero solu si me prometes que cuando te cases y tengas el primé hijo, me lo entregues-

 

Y ella, que no tenía noviu ni ná, pues diju que sí, que le entregaría el primé hiju cuando lo tuviera. Total, que el duende le convirtió la paja en oro, y fue el rey a asomarse y vio que era verdá, que la paja se había covertiu en oro. Y vio que aquella moza le convenía y fue y se casó con ella. Eran muy felices, se las prometían felices, cuando les vinu el niño. Tuvu su primé niñu, y al poco de tenelo, se le presentó el duende y le diju que le tení que dar al hijo, que se lo tenía que dar, que esu era lo que le había prometío. Pero ella se echó a llorá y le decía que no, que al su hiju lo quería mucho, y que si se lo daba, ella se moriría de pena. Entonces, el duende le diju:

-bueno, te voy a dar una segunda oportunidá. Tienes que averiguá cómo me llamo y dónde soy nacíu y criau. Te doy de plazu una semana, y si en el plazu de una semana no lo has averiguau, te quitu al niño-

 

Y ella toa preocupá, toa preocupá, que qué haría ela pa averiguá el nobre del duende y de dónde era. Y los días iban pasandu, y... ¡nada!, nadie le decía el nombre del duende ni de dónde era. Y se cumplía ya el plazu. Y el último día iban los cazadores del rey por el bosque y vierun una gran lumbre en mitá del bosque. Y fuerun y se acercarun y vierun a un hombri my chiquininu que estaba bailandu alreó de la lumbre y estaba cantandu:

-soy el duende bailarín, y he nacío en Cirimea, me he criao en el desierto, calvo estoy de la cabeza. Tengo cien años cumplíos y estoy mamando la teta-

 

Y se vinierun los cazadores pa’l palaciu y se lo contarun al rey, y cuando se lo estaban contandu al rey, lo oyó la reina. Y va la reina y le dici a los cazadores:

-¿qué canción cataba el hombri chiquininu?-

 

Y los cazadores le cantaron la canción. Y se hizo de nochi, y vinu el duende al cuartu de la reina, y le dice el duende:

-a ver, ¿cómo me llamo y de dónde soy nacío y criao?-

 

Y ella, al principio, se hacía como la tonta, y decía:

-te llamas, fulano de tal, te llamas, mengano... y no daba una a derechas-. Y el duende ya se frotaba las manus, pensandu que se iba a llevá al niñu. Pero ya, cuando iban a dar las doci en puntu de la noche, y ya se cumplía el plazu, le dice ella:

-tú eres el duende bailarín, estás calvo dela cabeza, y has nacío en Cirimea, tienes cien años cumplíos, te has criao en el desierto y estás mamando la teta-

Y cuando el duende sintió que le decía aquello, arrancó escaleras arriba y escapó corriendo por los tejaos, y ya nunca más lo volvierun a ver.

 

 

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